La ley del burro

Por Mirko Macari

Una polémica tonta, aparentemente menor. El grito en el cielo pusieron algunos porque la frase “saltarse los torniquetes” era parte de una canción encargada por la Defensoría de la Niñez.

Horror porque se está incitando a jóvenes y adolescentes a no cumplir la norma, a torcer la ley. Una apología a evadir y no pagar el transporte público, que fue la forma en que los escolares comenzaron la revuelta del 18 de Octubre.

El ex senador de la UDI Jaime Orpis y la diputada Marta Isasi, del mismo partido, se saltaron el torniquete cuando metieron a la Ley de Pesca indicaciones que venían pauteadas desde la empresa Corpesca, a cambio de plata. Ambos evadieron la voluntad popular, pues sirvieron a sus intereses personales en vez de al bien común.

Y Corpesca, empresa del grupo Angelini, por esos artículos en la ley que le compró a sus parlamentarios amigos, dejó de pagar nada menos que 4 mil 600 millones de pesos en impuestos.

Si bien el sistema judicial logró probar buena parte de los delitos de Isasi y Orpis, no pudo hacerlo con los de carácter tributario. ¿La razón? Impuestos Internos no se querelló.

Orpis  e Isasi son solo el chivo expiatorio,  las cabezas elegidas para permitir que el resto de la clase política comprometida en la financiación corrupta de campañas por parte de empresas, goce hoy de impunidad.  

Así zafó todo el resto. Entre otros los hermanos Zaldívar,  Jorge Pizarro, Iván Moreira, Rodrigo Peñaililo, Javier Macaya, Roberto León, Fulvio Rossi, Laurence Golborne, Carlos Ominami y los Presidentes Piñera, Bachelet y Frei.    

El ex  jefe del Gope de Carabineros de la Araucanía, Mayor Manuel Valdivieso,  se saltó el torniquete cuando le ordenó mentir y destruir pruebas al sargento Carlos Alarcón, autor del disparo que le costó la vida al comunero mapuche Camilo Catrillanca, según supimos esta semana.

Carabineros viene evadiendo hace rato sus juramentos y la ley. Lo hizo también cuando varios oficiales montaron una máquina de corrupción para robarse platas fiscales por casi 30 mil millones de pesos, cifra que deja como aficionados a la banda de ladrones profesionales como los que urdieron el robo del siglo.

Estas platas fiscales defraudadas en Carabineros, demás está decirlo, provienen del pago de impuestos de todos los chilenos.

También el presidente Piñera se saltó el torniquete cuando dejó de pagar por 30 años las contribuciones correspondientes a su casa de veraneo en Caburgua.

Por 20 hectáreas, con 1.160 metros construidos, el mandatario pagó 500 pesos de impuestos durante décadas. Cuando se hizo pública la irregularidad, en abril de 2019, el Servicio de Impuestos Internos procedió entonces a hacer un reavalúo.

La propiedad pasó de valer 12 millones  a 396 millones de pesos.   

Pero Piñera solo debió pagar 19 millones, correspondientes a los tres últimos años adeudados. El resto quedaba prescrito por la ley, sentenció en su resolución Impuesto Internos.

El mismo Servicio,  hace muy poco y no sin escándalo, le descontó de los impuestos lo gastado por conceptos de defensa jurídica al grupo Penta.  

Mil 400 millones de pesos menos dejó de percibir el erario público de parte de los empresarios que, en boca del ex fiscal Carlos Gajardo,  montaron una máquina para defraudar  al Fisco justamente en el pago de impuestos.

Todo esto, señora, señor, es por cierto perfectamente legal.

¿A qué ley me refiero? A la ley del embudo pues, popularmente conocida también como la ley del burro.

A mayor poder, mayor evasión.  

Pero si usted es un simple ciudadano, uno de esos que ha trabajado y ahorrado para su jubilación en la AFP buena parte de su vida laboral, le tengo una mala noticia. El Ministro de Hacienda, Ignacio Briones, superior directo de Impuestos Internos, está como león tratando  de que  usted sí pague impuestos.

Si ante la falta de ayuda estatal por la Pandemia, no tiene más remedio que echar mano a su segundo 10% y su sueldo no es tan malo, usted califica entonces como rico en el discurso del Ministro.

Sin embargo, usted   no podrá  ser objeto de  exenciones o perdonazos como los Penta o Ponce Lerou.  

Un recuento que hizo mi amigo Darío Quiroga  de los rayados de murallas en el centro de Santiago, los días posteriores al 18 de octubre del año pasado, mostró que  el concepto “evade” se repitió 94 veces en las paredes, siendo la quinta palabra más utilizada en la calle para inmortalizar la protesta.

Y la frase “Evade como Piñera”, registró  7 repeticiones.

Un estudio  de la USACH sobre las causas del estallido el año pasado, mostraba que la evasión detectada en el Transantiago durante seis años, tiene una altísima correlación con la fuerza que tenían en ese mismo periodo las palabras ‘marcha’, ‘lucro’, ‘abuso’ y ‘corrupción’ en la prensa.

“Eso significa que, por ejemplo, cuando entre 2010 y 2016 sube la discusión en Chile por corrupción, aumenta la evasión en el Transantiago”, concluye la investigación. 

No son los escolares, entonces, quienes primero se saltaron el torniquete. Ni tampoco los más graves infractores de la ética pública.

Quienes más han evadido y torcido las leyes son quienes precisamente las crean y quienes las deben hacer cumplir. 

No pagar el metro, saltarse el torniquete, es quizá el último recurso de los de abajo para decirle a los de arriba que la ley del burro se tiene que acabar. Por la razón o la fuerza. 

 
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