La partidocracia en ruinas

Por Mirko Macari

Un amigo conductor de matinal boxeó esta semana a un diputado y a un ex ministro en pantalla, recordándoles que la DC había tenido secuestrado al Indap.

Esta es la sigla del Instituto de Desarrollo Agropecuario, que en 2002 fue objeto de la investigación de Alejandra Matus, titulada la Caja Negra del Indap. La nota mostraba como 11 mil millones de pesos de ayuda internacional para campesinos de la sexta región se quedaban en el camino para fines políticos.

En las reglas no escritas pero aceptadas de la democracia transicional, los organismos estatales pertenecen a un partido, cacique o lote. Y las elecciones en rigor sirven para literalmente “repartir el animal”, como se dice tras bambalinas. De acuerdo al peso electoral, se ve qué le toca a cada cual de ese botín.

Esto no es otra cosa que sacarle el jugo al Estado a través del clientelismo, la repartición de cargos, desde los más altos a los más bajos, en función de militancias, parentescos y redes de lealtades políticas.

Desde municipios para arriba, todo tiene dueño y por eso en las elecciones se sacan los ojos. Hay mucho poder en juego, pegas, prebendas, bueno sueldos para incompetentes y otras perlas. Aunque por cierto, son incapaces de cambiarles la vida a las personas comunes y corrientes.

Es lo que ocurría por ejemplo con los organismos colaboradores del Sename. El malogrado servicio, tristemente célebre por ser el lugar donde se institucionaliza el abuso, el maltrato y la violencia contra los niños más pobres, le pertenecía a la DC.

Sus militantes se repartían cargos con salario fiscal. Y los llamados organismos colaboradores del Sename, entidades privadas que reciben las millonarias subvenciones estatales, también estaban en manos de militantes DC y redes de poder político.    

Como dijo Pepe Auth alguna vez por el caso de Chiledeportes, que comprometía al PPD, “tenemos cuoteados hasta los juniors”,

Por muchos años el Partido Radical fue prácticamente el dueño de Gendarmería.

Recuerdo el caso de una amiga sicóloga, profesional joven, experta en temas de inclusión de género, que llegó a trabajar con sueños y esperanzas de cambiar el mundo al Ministerio de Minería durante la administración Bachelet 2. Rápidamente, como se lo advertí, se dio cuenta que no había espacio para desarrollarse si no entraba a las redes que también había construido el radicalismo en la cartera encabezada por la ministra Aurora Williams. El gran padrino del juego en ese coto de caza, era el senador Alejandro Guillier. Obviamente, mi amiga duró menos que un candy en el servicio público.

En el actual gobierno cambiaron los tonis pero no el circo. Por eso Renovación Nacional puso el grito en el cielo la semana pasada cuando el UDI Patricio Melero fue nombrado ministro del Trabajo. Ese partido anunció entonces sumarse al tercer retiro del 10% para castigar a La Moneda. Con crisis Covid y todo, los políticos no se demoran ni un segundo en patalear por su pedazo del pastel.

La fiscalía pidió hoy formalizar al alcalde de San Ramón Miguel Ángel Aguilera, quien aparece vinculado al narcotráfico. Llegó a ese puesto como militante PS e incluso fue parte del Comité Central de dicha colectividad.

Podríamos seguir contando casos por horas y horas, sin mencionar también a organismos que en teoría no  son parte del botín, como el directorio del TVN, el del Banco Central, el Servel o el Tribunal Constitucional. Pero sin padrinaje  partidario nadie se sienta ahí.

Este fin de semana la prensa informó que, cumpliendo las últimas disposiciones legales, los partidos debieron depurar sus padrones de militantes. Es decir, eliminar los zombies. Todas las colectividades históricas bajaron dramáticamente su número de afiliados.  

El PS de 118 mil a 43mil. El PPD de 106 mil a 32 mil. La DC de 103 mil a 32 mil.  La UDI de 96 mil a 41 mil.

De 19 millones de habitantes que somos, menos de un 5 por ciento está inscrito en un partido. Y según la encuesta del CEP de mayo de 2019 solo un 19 por ciento de los chilenos se identifica con algunas de las colectividades que  van desde la izquierda a la derecha.

El problema, señora, señor, es que los partidos monopolizan el acceso a los puesto de poder y decisión del Estado. Son la aduana inevitable para entrar al sistema. Por eso es que  no vivimos en una democracia, más bien padecemos una partidocracia.

 Si no, pregúntenle a los candidatos independientes a la constituyente como les fue con la franja electoral. El CNTV es otro órgano cuoteado políticamente.

Son muchos, varios miles, los independientes que se lanzaron para llegar a la histórica convención constitucional pero solo unos poquitos llegaran. El sistema electoral está hecho por los partidos, para los partidos.   

En medio de la crisis política y sanitaria que vivimos, las responsabilidades, rabias masivas y hasta los ridículos más grandes se lo llevan el gobierno y por supuesto el Presidente.

Pero nos estamos disparando en el pie si creemos que solo con cambiar desde la derecha a la izquierda el Gobierno, las cosas se resolverán.   

No creo que los partidos políticos sean malos per sé. No creo que alguien por militar en un partido lo sea tampoco. Durante el siglo XX fueron instituciones vitales para la democracia y cumplían a cabalidad la función de la representación social y política. Pero el mundo cambió. Y mucho.

Lo que está en crisis en el Chile de hoy no es la democracia. Esta me parece más fuerte que nunca, con ciudadanos que saben lo que pasa, atentos y vigilantes, con periodistas que fiscalizan, preguntan y cuestionan. Con medios que incluso pueden  hacer mofa del Primer Mandatario.

Lo que está en la UTI es la partidocracia hija del modelo neoliberal. Una forma encubierta de privatizar lo público y de convertir el poder  del voto en un artefacto inútil, incapaz de transformar la realidad.

Es un excelente momento, ahora que vamos camino a construir un nuevo marco para el poder y una nueva constitución, que todos reflexionemos. Si llegamos a este estado de cosas, es porque una mayoría importante de chilenos renunció a su condición de ciudadanos y simplemente aceptó que otros, los partidos, tuvieran el poder.

En el ciclo que viene cada uno de nosotros debería participar de algún modo en las decisiones importantes que nos conciernen como comunidad. La tecnología es revolucionaria y hoy eso ya es posible. Los cabildos auto convocados después del 18-O, a lo largo de todo Chile, son una interesante señal de lo que viene. Y también una esperanza.

Scroll to Top