Las vacunas y el subdesarrollo exitoso

Por Mirko Macari

La vacuna contra el coronavirus es más que un antídoto para no enfermarse. Es la receta para que las economías se reactiven y los gobiernos que zozobran ante la crisis de los empleos, se estabilicen.

Por lo mismo, un producto del ámbito de la tecno-biología pasa a ser un bien estratégico que alguien podría denominar como un asunto de seguridad nacional.

Como buen ejemplo del subdesarrollo exitoso,  Chile está a la cola de que le lleguen sus dosis.

Si durante los primeros días de la pandemia, señora, señor, usted salió a comprar cloro, amonio cuaternario o el desinfectante que fuera como loco, y no lo encontraba en la góndola del supermercado porque estaba agotado, usted experimentó la sobre demanda del producto.

Pues bien, con las vacunas ahora será lo mismo. Dependemos de factores que no controlamos como país para obtener este producto normalizador de la vida en sociedad.

El Chile que rugía como jaguar sacó sus uñas exportando  materias primas sin valor agregado. Durante los últimos 30 años,  hacer investigación y  desarrollo de ciencia aplicada le pareció a nuestra clase política y empresarial un suntuario, un lujo, un exotismo. Pero en la era del conocimiento y la tecnología en la que ya estamos de lleno,  es un desde. Una necesidad básica.  

Conocimiento y ciencia son soberanía en el mundo post pandemia. Pero hemos sido  gobernados durante décadas por  políticos miopes, preocupados solo de la próxima elección. 

Sometidos a la dictadura del corto plazo de los economistas de Casa Piedra, ha sido imposible apostar a construir el Chile del siglo XXI,  donde el poder político y económico se define en algoritmos y formulas científicas.

Mientras los diarios del domingo inflaban el pecho durante estas décadas con el PIB más alto de la región, nuestra inversión en ciencia y tecnología ha sido igual o peor que la de los países más pobres del mundo.

El pequeño club que controla este país se llenó la boca cuando entramos a la OCDE.  Pero la densidad de científicos de Chile es un séptimo que la del resto de los países de esa organización. No hay inversión privada, muy poca inversión pública y nada, o casi nada, de filantropía.

Sepa usted que en el mundo la filantropía para alcanzar una solución al COVID es de 4.500 millones de dólares, y por cierto ninguno de estos proviene de Chile.

En los países desarrollados como Estados Unidos y Alemania, la mayor inversión en esta área es privada pero cerca de un 40 por ciento de esos recursos son subsidiados por el Estado, o sea por platas públicas.

¿Estos países invierten en ciencia porque son ricos o son ricos porque invierten en ciencia?

Mientras, en Chile, para cumplir con el clásico ritual burocrático, el Ejecutivo y el Congreso  perdieron varios años discutiendo el famoso ministerio de Ciencia.

Y cuando el Coronavirus trajo la debacle del Presupuesto, fue el propio ministro del área quien salió, sin que se le moviera una ceja,  a anunciar que este año se suspendía la entrega de becas a científicos para formarse en el extranjero.

La  presidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología, fue tajante entonces al señalar que “Una pandemia no se controla con ciencia ficción Están hipotecando nuestro futuro al no invertir en ciencia en el presente”.

¿Sabe usted que significa la sigla GAFA? Es la formula como como se conoce a las cuatro mega empresas que dominan el escenario digital y por ende los negocios a nivel a global: Google, Apple, Facebook y Amazon.

Justamente esta última, invirtió el año pasado en investigación y desarrollo la cifra de US$22.620 millones. Y lo hizo porque el secreto del éxito en esta era que se abre ante nuestros ojos es el conocimiento.

Éxito tras el que van los seis laboratorios que compiten por la producción de la vacuna.

El botín para el o los ganadores será nada menos que  de 222 mil 290 millones de dólares. Y esto porque para producir inmunidad global, se necesitan para diciembre de 2021 un mínimo de 2 mil millones de dosis efectivas aplicadas.

Demás está decir que quienes están en la cima de esta competencia tienen la mejor oportunidad de alcanzar la inmunidad en sus respectivos países, que son además los que  más invierten en ciencia, innovación y tecnología.

Un círculo virtuoso, que Chile, el oasis de América Latina, mira desde muy lejos mientras sufre el rebrote del virus y su centro poblacional más grande, la Región Metropolitana, retrocede a fase dos. 

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